martes, 25 de septiembre de 2007

Otoňo sin la ría...

Ya me parece que ha empezado el otoňo. Llueve, la acera está cubierta de hojas doradas y yo estoy, como siempre, resfriada. Sí. Ha llegado el otoňo.
Durante el septiembre no he tenido tiempo para nada. Ayer terminé los exámenes. Llegué a casa y me quedé dormida en el sofá. Qué agotamiento. Qué estrés. Bueno, la verdad es que ya me he acostumbrado un poco vivir de nuevo en Chequia. Pero no es verdad lo que dicen mis amigos - que si no tienes tiempo, no piensas en lo que echas de menos. No es verdad. Me acuerdo de tantas noches que no pude dormir porque etaba pensando en mi ría, en los montes y en las islas. Siempre al atardecer se me ocurre lo mismo - ojalá etuviera en Vigo. Allí se ve mejor la puesta del sol. Subiría al Castro y estaría contemplando la ría, cómo se está vistiendo su precioso traje nocturno. Aquí el sol no desaparece en el Océano. Nisiquiera se ven sus últimos rayos porque yo estoy dentro de la ciudad y no puedo salir. No hay ningun monte desde donde podría ver la magnífica llegada de la noche... Lo único que me recuerda el atardecer en Vigo son las hojas de los árboles que parecen como espejitos de la puesta del sol en la ría...

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