martes, 25 de septiembre de 2007

Otoňo sin la ría...

Ya me parece que ha empezado el otoňo. Llueve, la acera está cubierta de hojas doradas y yo estoy, como siempre, resfriada. Sí. Ha llegado el otoňo.
Durante el septiembre no he tenido tiempo para nada. Ayer terminé los exámenes. Llegué a casa y me quedé dormida en el sofá. Qué agotamiento. Qué estrés. Bueno, la verdad es que ya me he acostumbrado un poco vivir de nuevo en Chequia. Pero no es verdad lo que dicen mis amigos - que si no tienes tiempo, no piensas en lo que echas de menos. No es verdad. Me acuerdo de tantas noches que no pude dormir porque etaba pensando en mi ría, en los montes y en las islas. Siempre al atardecer se me ocurre lo mismo - ojalá etuviera en Vigo. Allí se ve mejor la puesta del sol. Subiría al Castro y estaría contemplando la ría, cómo se está vistiendo su precioso traje nocturno. Aquí el sol no desaparece en el Océano. Nisiquiera se ven sus últimos rayos porque yo estoy dentro de la ciudad y no puedo salir. No hay ningun monte desde donde podría ver la magnífica llegada de la noche... Lo único que me recuerda el atardecer en Vigo son las hojas de los árboles que parecen como espejitos de la puesta del sol en la ría...

jueves, 6 de septiembre de 2007

Mis anillos

Estamos de noche otra vez... Estoy en mi nueva habitación. Sola. En el skype no aparece nadie con quien pueda hablar. No me apetece estudiar. Estoy aqui sentada con el ordenador, las manos en el teclado preparadas para escribir otro artículo sin importancia. De que iba a escribir. No lo sé. Se me ha olvidado. Incluso dudo que supiera de que iba a escribir. Es que me puse nerviosa un poco. He adelgazado un poquito y mis anillos se me caen de los dedos. No están en su sitio. Se mueven y cada vez cuando chocan hacen un pequeňo ruidito - clic, clac, clic, clac.

Tengo cuatro anillos. Yo misma no me compré ninguno. Todos son regalados. Mi primer anillo me lo regalaron mis amigos. Era mi mejor amigo y su novia - una pareja que en el último aňo cambió muchísimo. Hoy en día no estamos en contacto. Nuestra última reunión era un fracaso. A dónde se ha ido la dulce infancia cuando pasabamos las noches en el coche hablando, bebiendo y experimentando de broma los tres? Ahora cada uno vivimos en otro mundo. Ellos han entrado en el mundo de los trabajadores. Dinero, eso es lo que les preocupa. Dinero, dinero y dinero. Yo sigo en el mundo de los estudiantes...
Mi segundo anillo me lo regaló mi madre. Es muy sencillo. Tiene dos curvas y la de abajo lleva un punto azul. Mi mamá me lo regaló cuando cumplí veinte aňos. Estaba a punto de marcharme a Espaňa. Supongo que ella quería que lleve algo de mi familia siempre conmigo. Y lo hago. Además ese anillo es como un símbolo. Las curvas son como mi vida - los viajes, los cambios, la inquietud. Pero el cachito azul como si fuese el puerto tranquilo donde siempre la encuentro a mi madre y a toda mi familia.
El otro anillo me lo regaló Marek. Mi gran amor del primer curso de la universidad. Mi primera pareja. Hemos pasado tan buenos momentos juntos. Desgraciadamente no era precisamente lo que yo buscaba. A Marek no debería haberle encontrado ahora sino mucho más tarde cuando tenga la edad para fundar una familia. Para eso sería un hombre apropiado. Pero con mis veinte aňos, con tantas ganas de conocer nuevas cosas y con ese diablito que se esconde dentro de mí era imposible mantener la relación con Marek. Al final ya estaba harta de él y la única razón por qué no me separé de él antes era la que no quería hacerle daňo. Ese chico me regaló un anillo precioso. Conocía perfectamente mi estilo. En general me conocía muy bien. Aunque nos separamos sigo llevando ese anillo. Marek formaba una parte muy importante de mi vida, entonces por qué no debería serlo también el anillo?
El último anillo que me han regalado tiene mucha importancia para mí. No es muy de mi estilo, es más oscuro que los demás anillos y cuenta una historia agridulce sobre los últimos cinco meses de mi vida. Estos también han sido de vez en cuando un poco oscuros pero también tienen mucha importancia. He aprendido que no siempre es el cerebro lo que decide. Muchas veces es el corazón lo que te obliga seguir... Aunque sabes que al final te quedarás sola con el anillo. Este anillo me lo regaló Urko. Buscaba algo especial para mi cumple. Resultó que aún no me conoce tan bien pero que me quiere y quiere que me acuerde de él siempre. Al final el anillo me gusta mucho y cuando me lo quito, mi mano me parece vacía y yo me siento incompleta.

Esto ha sido la historia de mis anillos. A ver si en el futuro llevaré alguno más...

sábado, 1 de septiembre de 2007

Tan lejos...

Nunca podía imaginarme abandonar Vigo. Pero un día tuve que marchar. Lo abandoné todo - la ría, las islas, los montes... El paisaje tan armonioso... Todo eso lo echo mucho de menos. Así es la vida. Conoces un sitio y te encanta. Llegas a sentirte allí como en tu casa. Es tu hogar. Y luego te tienes que marchar.

Ahora estoy en Chequia. En el centro de Europa no hay rías ni islas ni puestas de sol tan preciosas como las que contemplaba en Vigo. Estoy tan lejos del sitio donde era tan feliz. Todo aquí me parece oscuro y lo que siento es un vacío. Pero eso no es la razón de mi tristeza. No abandoné sólo Vigo. También abandoné esa mirada profunda, el pelo negro y la brazada en la que me sentía tan a gusto. Sí. También te abandoné a tí. Todos esos meses sabía que no deberíamos estar juntos. Sin embargo nunca podía resistir tus caricias y tu cercanía aunque tenía que pagar un precio bastante alto. Muchas veces se me ocurrió que no te mereces que te quiera. Pero te quería cada vez más.

El último día me dolió muchísimo. Estabamos sentados en el aeropuerto. De repente me diste algo en la mano. Era tu collar. Ese mismo collar que yo te quitaba siempre cuando me abrazabas en la cama. Y ahora estoy en la cama yo sola con tu collar. Hoy lo tenía otra vez en la mano. Otra vez se me llenó la mente de recuerdos... Lo acerqué a mi cara y de repente olí ese perfume íntimamente conocido. Tu perfume... Nunca antes me había fijado en eso. No me lo esperaba. Como si estuvieses aquí... Por la primera vez desde mi llegada a Chequia me puse a llorar.

Estoy en Chequia. Lejos de la ría, lejos de las islas y de los montes. Pero lo peor es que estoy demasiado lejos de tí. Nunca va a ser igual que los meses que pasamos juntos en Vigo. No me hago ilusiones. Pero a la vez me gusta soňar con que un día estamos juntos. Voy a dormir con tu collar en la mano. Seguro que otra vez soňaré contigo - como todas las noches. Te echo de menos...