martes, 24 de noviembre de 2009

Me deseas

Me deseas...
Tiemblan las hojas que salen volando del árbol
Tu boca - un mundo desconocido
Y yo - un explorador

Me deseas...
El silencio de la noche grita
Y yo - un moribundo
que en tus brazos resucita

jueves, 19 de noviembre de 2009

Estás feliz, abuelo?

-Mírame, abuelo! - gritó el niňo.
El hombre levantó su frente surcada de arrugas. El niňo estaba jugando con su trineo pequeňo, imaginándose la nieve. A esas alturas del aňo ya debería haber nevado. Los ojos del viejo se iluminaron, pues recordó como jugaba de pequeňo con un trineo parecido al de su nieto. Y hacía bolas de nieve para tirárselas a las niňas, pero siempre con mucho cuidado, para llamarles la atención.
-Abuelo, abuelo! Mírame! - chillaba el niňo.
El hombre recordó ese día en el que se le rompió el trineo. Su abuelo se lo reparó y él iba corriendo hasta la cima de la colina para probarlo. Era entonces la primera vez cuando vió a Marta. Dejó que se subiera y bajaron el descenso juntos. No podía saber que ese instante lo recordaría para toda su vida en los momentos más especiales o más difíciles - el día de su boda con ella, antes de entrar en la habitación para ver por primera vez a su hijo, cuando ella cayó enferma, cuando se fue...
-Abuelo! Mira! Mira! - el niňo no dejaba de chillar.
La frente arrugada del hombre se alzó hacia el cielo. Como ángeles estaban bajando los primeros copos de nieve de ese invierno. Los ojos del viejo se enclavaron en la nada entre los ampos, como si la estuvieran viendo a ella en la blancura del cielo.
-Abuelo! Abuelo! Está nevando! Por fin está nevando! Estás feliz, abuelo?
-Sí, pequeňo - sonrió el viejo. -Estoy feliz.

martes, 13 de octubre de 2009

La luna


La luna casi llena
Un testigo de todo y de la nada
La luna casi llena
Querida es por todos, a la vez abandonada














foto: playa en Torremolinos, Málaga

jueves, 17 de septiembre de 2009

El piano

Leyendo palabras que escribe tu alma
me siento viva, aunque muriendo,
dejando atrás todos mis temores,
escuchando...
El piano...
Suena tan vivo, su melodía verdadera
graba su ritmo en mis ojos
que se cierran y ven,
y en mi corazón que late distinto,
siente, vive, baila, llora...
Sonríe.
Leyendo palabras escritas por tu alma
la mía también despierta,
siente, escucha.
El piano...
Ya sólo falta una cosa -
decirte gracias
y seguir escuchando.

miércoles, 22 de julio de 2009

La mirada

Un recuerdo...
Me miraste con esa mirada tan acogedora que todo el mundo se alegró y se echó a volar.
-Perdona, dónde está la estación?
Me miraste con tanta tranquilidad, paz y paciencia que me puse inquieta.
-Gracias. - dijiste y te marchaste. Te marchaste pero la plaza se quedó iluminada por tu mirada.

Lo recuerdo, aunque hace mucho que ocurrió. O fue ayer y me parece una eternidad?

lunes, 8 de junio de 2009

La angustia de esta noche

Cuando la tristeza se asienta en mi mente, cuando me grito, lloro y aún no es suficiente, me escapo al mundo de él, que era, según yo creo, mucho más convincente.

NO SE QUE NOMBRE DARLE EN MIS SUEÑOS
Luis Cernuda

Ante mi forma encontré aquella forma
En tiempo de crepúsculo,
Cuando las desapariciones
Confunden los colores a los ojos,
Cuando el último amor
Busca el cuerpo postrero.

Una angustia sin fondo aullaba entre las pie-
dras;
Hacia el aire, hombres sordos,
La cabeza olvidada,
Pasaban a lo lejos como libres o muertos.
Vergonzoso cortejo de fantasmas
Con las cadenas rotas colgando de las manos.

La vida puso entonces una lámpara
Sobre muros sangrientos;
El día ya cansado secaba tristemente
Las futuras auroras, remendadas
Como harapos de rey.

La lámpara eras tú,
Mis labios, mi sonrisa,
Forma que hallan mis manos en todo lo que
alcanzan.

Si mis ojos se cierran es para hallarte en sueños
Detrás de la cabeza,
Detrás del mundo esclavizado,
En ese país perdido
Que un día abandonamos sin saberlo.

domingo, 8 de marzo de 2009

El pollito

Un día me despertó un sonido inhabitual: pío, pío. Podía tener igual diez aňos. Estaba tumbada en la cama de mi abuela, perdida entre esos colchones gordísimos de plumas cuando escuché el 'pío, pío'. Abrí los ojos y vi a mi abuela sentada en la cama pasándome en las manos una bolita amarilla. Me pasó esa bolita pequeňa y calentita. Fue un pollito - tan frágil e inocente. Nada más reconocer que no le iba a hacer daňo se puso a caminar hacia mi cara. Lo estaba acariciando, sus plumones me daban cosquillas en la nariz y en un momento me de verdad sentí feliz. Pero el pollito quería ver más cosas. Se puso a caminar y no respondía a mis intentos de detenerlo. Y en ese momento me di cuenta de lo pequeňo y frágil que era él y de lo grande que era yo, y me entró miedo de poder hacerle daňo. No había quien le parase al pollito que quería ver el mundo, saludando todo lo nuevo con un 'pío, pío'. Y yo tumbada en la cama de mi abuela temblando, sabiendo que si me descuidara podíra ser peligrosa para ese ser pequeňito.
Creo que le pedí a mi abuela que se llevara al pollito allá donde estaría más seguro. Ella se reía, por supuesto, porque no entendió que su nieta pequeňa se dió cuenta de la responsabilidad inesperada que le habían concebido... y que eso la asustó.

Después de esa maňana siguieron muchos más días de verano los que pasé en la casa de mi abuela. Pero a partir de ese día me iba fijando cada vez más que no todas las cosas y los animales existen para que juegue con ellos sino que a veces también hay que cuidar de ellos.
En fin. Es increíble lo que consigue un pollito pequeňo.