jueves, 19 de noviembre de 2009

Estás feliz, abuelo?

-Mírame, abuelo! - gritó el niňo.
El hombre levantó su frente surcada de arrugas. El niňo estaba jugando con su trineo pequeňo, imaginándose la nieve. A esas alturas del aňo ya debería haber nevado. Los ojos del viejo se iluminaron, pues recordó como jugaba de pequeňo con un trineo parecido al de su nieto. Y hacía bolas de nieve para tirárselas a las niňas, pero siempre con mucho cuidado, para llamarles la atención.
-Abuelo, abuelo! Mírame! - chillaba el niňo.
El hombre recordó ese día en el que se le rompió el trineo. Su abuelo se lo reparó y él iba corriendo hasta la cima de la colina para probarlo. Era entonces la primera vez cuando vió a Marta. Dejó que se subiera y bajaron el descenso juntos. No podía saber que ese instante lo recordaría para toda su vida en los momentos más especiales o más difíciles - el día de su boda con ella, antes de entrar en la habitación para ver por primera vez a su hijo, cuando ella cayó enferma, cuando se fue...
-Abuelo! Mira! Mira! - el niňo no dejaba de chillar.
La frente arrugada del hombre se alzó hacia el cielo. Como ángeles estaban bajando los primeros copos de nieve de ese invierno. Los ojos del viejo se enclavaron en la nada entre los ampos, como si la estuvieran viendo a ella en la blancura del cielo.
-Abuelo! Abuelo! Está nevando! Por fin está nevando! Estás feliz, abuelo?
-Sí, pequeňo - sonrió el viejo. -Estoy feliz.

2 comentarios:

Dani dijo...

Bravo!!! Escribes fenomenal, transmites mucho sentimiento me gusta leer tus relatos y tu poesia

Wendulka dijo...

Dani,
me alegra que te gusten las cosillas que escribo aquí.
un abrazo